En los últimos años, ha aumentado la importancia de que las empresas del sector financiero desarrollen una resiliencia operativa. Esto se busca con el propósito de garantizar la estabilidad financiera, preservar la integridad del mercado y prevenir posibles perjuicios para los clientes. Pero, ¿Cómo pueden las organizaciones desarrollar una resiliencia operativa?
Un principio fundamental que sustenta la resiliencia operativa en el ámbito digital es que las empresas del sector de servicios financieros deben tratar de prevenir y también prepararse para las inevitables interrupciones relacionadas con las TIC y tener medidas implementadas para responder, recuperar y limitar el impacto de cualquier incidencia.
Dicho esto, para poder implementar un programa de resiliencia efectivo, deben tener en cuenta sus principios clave.
Los principios de la resiliencia operativa
1.- Establecer una propiedad efectiva a nivel de la junta directiva y la alta gerencia y contar con un liderazgo sólido y comprometido, capaz de tomar decisiones estratégicas que fortalezcan la capacidad de la empresa para afrontar desafíos inesperados.
2.- Identificar las funciones críticas y todas las actividades relacionadas, necesario para que el banco mantenga sus operaciones.
3.- Establecer tolerancias de impacto para estos servicios.
4.- Probar la capacidad de la empresa para mantener su actividad a pesar de sufrir los impactos producidos durante escenarios severos.
5.- Revisar y aprender continuamente de cómo la empresa responde a eventos disruptivos para incorporar lecciones aprendidas y mejorar iterativamente las operaciones de resiliencia en el tiempo.
Teniendo en cuenta lo que sabemos sobre las inversiones digitales que ofrecen valor, sugerimos que las empresas se centren en aumentar su resiliencia operativa en el ámbito digital acentuando su dominio de las capacidades fundamentales en cuatro dominios clave: datos, operaciones, gestión del riesgo y automatización y AI.
Al repensar cómo la tecnología puede ser combinada de manera inteligente para mejorar la orquestación de los datos, operaciones, riesgos y capacidades de automatización, respaldándolas con el talento y los procesos adecuados para aportar voluntad y habilidades digitales a su implementación, las instituciones financieras pueden tratar de abordar de manera integral los desafíos emergentes del entorno empresarial actual.
¿Qué deberían hacer las entidades financieras?
Recomendamos que las organizaciones de servicios financieros se centren en integrar seguridad y estabilidad en todo el sector de las TIC; impulsar la mitigación de riesgos proactiva y priorizada; permitir un monitoreo continuo y una respuesta rápida a las amenazas; habilitar la continuidad empresarial adaptable y la recuperación de datos; fomentar la interoperabilidad y la opcionalidad técnica; crear una gobernanza reforzada y simplificada; y, por último, priorizar la asignación de recursos en función de la importancia crucial del servicio empresarial.
Para lograr lo anterior, las organizaciones deben centrarse en su capacidad para adaptarse y recuperarse de sorpresas negativas y disrupciones.
Estos escenarios de disrupción pueden incluir amenazas provocadas por la acción humana (como ataques físicos, ataques cibernéticos, interrupciones de los sistemas de TI y riesgos de terceros o cuartos) y peligros naturales (como incendios, inundaciones, condiciones climáticas adversas y pandemias).
El viaje para desarrollar estratégicamente la resiliencia operativa en el ámbito digital debe comenzar priorizando las funciones críticas. Luego, las organizaciones deberían profundizar en los procesos, las interconexiones tecnológicas y las interdependencias en toda la empresa.
SCC está más comprometida que nunca en apoyar a las empresas del sector financiero a medida que abrazan la tecnología digital y se enfrentan el desafío de la resiliencia operativa. Estamos preparados para desplegar toda la amplitud y profundidad de la estrategia, aprovechando nuestra extensa cartera de tecnología y servicios para potenciar este proceso. Contamos con las capacidades necesarias para contribuir eficazmente al impulso de la resiliencia operativa, trabajando en sintonía con las metas y necesidades específicas de cada organización.
